Literatura vasca

Concepto

Con el término “literatura vasca” nos referiremos a la literatura escrita en lengua vasca. No obstante, el término puede resultar ambiguo y ha sido objeto de debate históricamente, desde distintas perspectivas, puesto que por “vasco” puede entenderse, además de la lengua, el origen geográfico de los autores o la temática de los libros.

Algunos críticos literarios han preferido, así, hablar de “literaturas de los vascos” para abordar tanto la literatura escrita en euskera como en español (o francés) por escritores vascos, tratando de englobar en ese concepto autores como Unamuno o Baroja. Más recientemente, desde postulados de la crítica postcolonial, se ha propuesto considerar literatura vasca aquélla escrita por los vascos en cualquier idioma, considerando también la diáspora vasca que se expresa en distintos idiomas como sujeto de la literatura vasca.

No obstante, la historiografía de la literatura vasca, así como la crítica académica y, en general, el discurso social sobre la literatura ha utilizado mayoritariamente “literatura vasca” para referirse exclusivamente a la literatura escrita en euskera. El discurso sobre la literatura vasca, de una fuerte tradición lingüística y filológica, acentúa, por tanto, la lengua como elemento definitorio de la literatura. A día de hoy, la literatura vasca y la española o francesa disponen de sistemas literarios autónomos, es decir, de redes y agentes de edición, distribución, difusión, recepción y legitimación propios, que coexisten en el mismo espacio geográfico, pero que responden a lógicas y estructuras independientes. Es por ello que utilizaremos “literatura vasca” para referirnos a la literatura escrita en euskera.

Análisis

El devenir y la historia de la literatura vasca están estrechamente ligados a la historia de la lengua vasca. El progresivo proceso de minorización de la lengua vasca a lo largo de los últimos siglos, así como su situación diglósica respecto al francés y al castellano han provocado que la literatura vasca haya sido de una profunda raigambre oral, puesto que el euskera no ha sido lengua de escritura hasta épocas más recientes. Así, la literatura oral de diverso cuño ha sido rica en lengua vasca: las narraciones orales recopiladas en el siglo XIX, varias formas de teatro popular (pastoral, maskarada...), romances y baladas... Si bien estas formas de literatura oral han sido sustituidas progresivamente por la literatura escrita o relegadas a un segundo plano, el bertsolarismo, es decir, el arte de la improvisación de versos cantados rimados, ha seguido gozando de popularidad y ha convivido con la literatura escrita a lo largo de los últimos siglos y décadas, siendo hoy en día quizá la forma literaria más popular en el contexto cultural vascohablante, si bien según el concepto más restrictivo de “literatura vasca” no se le consideraría como tal.

No es de extrañar, por tanto, que los primeros testimonios de textos literarios en lengua vasca sean reproducciones de fragmentos de cantares y versos de la baja Edad Media, incluidos en las obras de historiadores de los siglos XV y XVI.

Fue en el siglo XVI cuando se publicaron las primeras obras literarias escritas en euskera, en el contexto del renacimiento y el humanismo que recorrían Europa. En 1545 se publicó en Aquitania la primera obra escrita en euskera, Linguae Vasconum Primitiae, del bajonavarro Bernart Etxepare. El autor, plenamente consciente de que se trataba del primer libro publicado en euskera y de las posibilidades que la imprenta ofrecía a una lengua hasta entonces no escrita como el euskera, exhortaba en sus poemas así como en el prefacio a que el euskera saliera al mundo, a través de la imprenta. Además de los poemas dedicados a la alabanza de la lengua vasca, el libro se compone de poemas de amor y de textos dedicados a doctrina cristiana.

Las problemáticas derivadas de la falta de obras escritas en euskera y la carencia de una lengua unificada están presentes también en las reflexiones preliminares a la traducción del Nuevo Testamento protestante, publicada por Joanes Leizarraga en 1571, fruto del encargo realizado por la reina navarra Joana d'Albret. La traducción de Leizarraga ocupa, junto con el primer libro de Etxepare, un lugar central en la historiografía de la literatura vasca, debido a la escasa producción literaria escrita en el siglo XVI. Es decir, la escasez de obras literarias con fines artísticos o estéticos escritas en euskera provoca que traducciones u obras con finalidades distintas a la propiamente literaria (catecismos, doctrinas y libros de ascética o manuales prácticos) tengan estatus literario en el contexto de la poducción literaria en euskera. Por tanto, obras que no son consideradas literarias en campos literarios próximos al vasco forman parte del concepto de literatura vasca si nos atenemos a la historiografía vasca, por lo menos hasta el siglo XIX.

Así, en el siglo XVII, la ascética Guero de Pedro Agerre y otras obras religiosas tanto en verso como en prosa escritas en el contexto de la contrarreforma romana forman el grueso del corpus literario vasco, poducido mayoritariamente en el País Vasco francés. No obstante, el suletino Arnaut Oihenart dejó constancia de un primer esbozo de una historia de la literatura vasca, así como de una poética para la poesía vasca en su manuscrito L'art poétique Basque, donde daba cuenta de sus lecturas (Petrarca, Lope de Vega...) y valoraba según criterios lingüísticos y literarios la poesía vasca posterior a Etxepare. Sin embargo las preocupaciones estéticas de Oihenart no tuvieron gran eco en la literatura posterior.

El concepto de literatura vasca sigue ligado a la producción y traducción de textos religiosos durante el siglo XVIII, donde el eje de la literatura en euskera se sitúa por primera vez en el País Vasco peninsular. En el desarrollo de esa producción, es fundamental la aportación del jesuita Manuel de Larramendi (cuya obra está compuesta de una gramática, un diccionario y una apología de la lengua vasca), en tanto que estableció un marco teórico-práctico para desarrollar la escritura en euskera. La lengua y la religión son, sin embargo, los ejes sobre los que pivota la literatura durante ese siglo.

En el siglo XIX, por otro lado, se diversificó la producción literaria y el devenir de la literatura vasca, hasta entonces estrechamente ligada a la Iglesia y a la religión, se vinculará paulatinamente a la toma de conciencia nacional. En el marco del romanticismo, diversos estudiosos extranjeros (Humboldt, Bonaparte, Webster) se interesaron por la lengua y la literatura vascas, lo que se tradujo en una valorización del idioma y la cultura propia. A su vez, el bertsolarismo se impregnará del influjo romántico, acercando la literatura oral popular a la literatura escrita, donde las temáticas predominantes no serán religiosas, sino relacionadas con la subjetividad. El siglo es testigo, a su vez, del nacimiento de la novela en euskera (Peru Abarca, en 1804), así como de la expansión de la narrativa de corte didáctico, con la publicación de numerosos volúmenes de fábulas.

Por otro lado, Los Juegos Florales, organizados primero por el mecenas Antoine d'Abbadie a mediados del siglo XIX en el País Vasco continental y a finales del siglo en el País Vasco peninsular, fueron un catalizador de la creación literaria y de la conciencia nacional vasca. Este resurgimiento de la cultura y la literatura se vio reforzado con el final de las guerras carlistas y la pérdida de los fueros vascos, lo que supuso un despertar de la conciencia nacional, que se manifestó en la creación literaria. En ese contexto, tanto escritores en euskera como autores en español (Arturo Campión etc) compartían espacio en revistas o festivales, con el objetivo de despertar la conciencia, por lo que el término “literatura vasca” abarca en esa época un amplio espectro, no delimitado por la lengua.

Ese primer resurgimiento de la literatura y la cultura tuvo su continuación en los años 1920 y 1930, especialmente durante la Segunda República Española, donde se atisba un primer intento de estructurar un sistema literario propio en lengua vasca, según una definición más restrictiva del término literatura vasca. Bajo el nombre de Olerkariak (Los poetas) se agruparon poetas como Jose Maria Agirre Xabier Lizardi, Estepan Urkiaga Lauaxeta o Nikolas Ormaetxea Orixe, quienes, bajo el liderazgo de Jose Ariztimuño Aitzol participaron en el segundo resurgimiento de la literatura vasca. Tomamando el nacionalismo finlandés como referente, esta generación pretendió que la literatura vasca, especialmente la poesía en lengua vasca, se convirtiera en la representación simbólica de la nación. Fue esta generación, a su vez, la que dio los primeros pasos hacia la estructuración, aunque tímida, de un sistema literarario vasco autónomo, dotado de sus medios de edición, comunicación, difusión y recepción. La guerra civil, en la que algunos poetas fueron afusilados, y el franquismo destruyeron la incipiente institucionalización de la literatura vasca.

Tras los duros años de la posguerra, en la que la literatura vasca tuvo que sobrevivir en la diáspora, fue en los años 1960 cuando una nueva generación de escritores retomó la labor de modernizar la literatura vasca. Los novelistas Jose Luis Alvarez Enparantza Txillardegi y Ramon Saizarbitoria y poetas como Jon Mirande y Gabriel Aresti importaron a la literatura vasca tendencias como el existencialismo, el nouveau roman o la poesía social, de forma que las tendencias estéticas de la literatura vasca empiezan a sincronizarse con las corrientes europeas contemporáneas. A su vez, es en los años 1960 y 1970 cuando se escriben las primeras historias de la literatura vasca, entendida ésta como la que se desarrolla en euskera, y el estudio de la literatura vasca entra en la universidad, de manera que la literatura vasca como ámbito de estudio se institucionaliza durante estas décadas.

Después de la transición, a finales de los años 1970 y 1980 otro grupo de escritores, denominado “generación de la autonomía”, entre los que se encuentran Bernardo Atxaga, Koldo Izagirre o Joseba Sarrionandia, realizarán aportaciones significativas que alterarán el ámbito y el concepto de la literatura vasca. Mediante diversos grupos y revistas literarias (Pott, Ustela, etc), esta generación reivindicará para la literatura vasca la plena autonomía respecto al ámbito político, priorizando las cuestiones puramente estéticas y desligando la literatura de otras cuestiones (la lingüística, la nacional etc.). A su vez, algunos cambios sociolingüísticos que tuvieron lugar en los años 1980 (oficialidad del idioma y obligatoriedad de su enseñanza en algunos de sus territorios), así como el surgimiento de editoriales, medios de comunicación en euskera o premios institucionales propiciaron que se fuera estructurando un sistema literario vasco, expresado en euskera.

A principios del siglo XXI, la literatura vasca constituye un campo relativamente autónomo, en el que la mencionada concepción autónoma de la literatura, es dominante, si bien conviven, por primera vez, varias generaciones de escritores con estéticas y propuestas bien diferentes.

Implicaciones

Son múltiples las implicaciones didácticas que se derivan de cualquier literatura, sea cual sea la lengua o el origen. En el caso de la literatura escrita en euskera, hablamos de una literatura de una minoría lingüística, con las implicaciones que de ahí se derivan.

Acercarse a la literatura vasca implica, pues, una aproximación a un punto de vista no hegemónico, en cierta manera periférico respecto a las grandes literaturas occidentales, como la española, la alemana o la francesa. Supone acercarse a una a literatura en la que lo local y lo universal están en continuo diálogo, un discurso social que aspira a la universalidad sin renunciar a su perspectiva particular.

A su vez, la literatura vasca constituye un campo siempre relativamente autónomo, pues la situación minorizada de la lengua y la autonomía relativa del campo político hacen inviable la completa independencia de la literatura respecto a la situación diglósica de la lengua y a los discursos políticos. Por todo ello, la literatura vasca es una literatura en la que la relectura de los discursos identitarios y los relativos a las construcciones de la subjetividad o los discursos sociales ofrecen interesantes vías de conocimiento.

Referencias

Referencias

Fecha de ultima modificación: 2014-07-01